Que el cuidado de tus ojos
no falte en los momentos de diversión

De una manera fácil y sencilla, protege tus ojos de los agentes externos que pueden provocar traumatismos, irritación o molestia mientras practicas deporte.

En la nueva era del mens sana in corpore sano, del cuidado personal y de la tecnología punta, el uso de ropa adecuada y protección a la hora de practicar deporte es una rutina habitual. Pero es tan importante proteger los tobillos, las rodillas y la cabeza cuando nos lanzamos a la actividad física como cuidar de nuestros ojos.

Los globos oculares son los únicos órganos del cuerpo que no están protegidos por un escudo óseo, como las costillas en el caso de los pulmones, ni por una gruesa capa de músculo y grasa, como ocurre con el hígado. Los órganos visuales solamente están resguardados por el hueso del cráneo en los laterales y por el puente de la nariz, pero de frente están totalmente expuestos, pues de lo contrario no podríamos ver. Para evitar que se introduzcan cuerpos extraños en ellos, los párpados se cierran, pero esto no es suficiente cuando practicamos deporte.

 

Los aliados del ojo deportista

¿Frente a qué factores debemos protegernos los ojos? En la práctica de nuestros deportes favoritos nos podemos encontrar con viento fuerte, golpes bruscos, radiación solar intensa o cambios de presión.

En deportes con riesgo alto de traumatismo, como el boxeo, las artes marciales, el baloncesto, el fútbol y aquellos que conllevan el uso de pelotas pequeñas y duras como el tenis o el golf, es conveniente usar unas gafas como protección ante los posibles golpes, sobre todo si de manera habitual usamos gafas o lentillas. Estas gafas pueden estar graduadas, se adaptan a la forma de la cabeza y además evitan que el sudor llegue a los ojos.

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En deportes al aire libre y sobre todo de mar o montaña, como el esquí, el montañismo o la vela, se deben llevar gafas de sol con protección ante los rayos ultravioleta. Es más que una prevención, ya que los rayos reflejados en la nieve, el agua o la hierba pueden llegar a quemar la retina. En este sentido, existe una clasificación de gafas solares con varias clases o categorías de filtro, del 0 al 4, según su intensidad.

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Dentro del mar o de una piscina (buceo, natación), nos protegeremos los ojos con unas gafas de agua para evitar que contaminantes como el cloro o la suciedad flotante nos lleguen a infectar o irritar los ojos. En el caso del buceo o de actividades que impliquen una inmersión, las gafas deben tener un solo cristal para ambos ojos y los bordes han de estar apoyados en la frente, para evitar una presión intraocular excesiva.

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Por último, en las actividades que conllevan grandes velocidades, como el ciclismo o los deportes de motor, el ojo se expone a un flujo de aire que puede provocar evaporación de la lágrima y ocasionar ojo seco; también, un cuerpo extraño puede impactar con el ojo. Normalmente estos deportes se practican con casco, visera y gafas.

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Además de estas medidas protectoras, en el botiquín del deportista no debe faltar un colirio de lágrima artificial y unas toallas limpiadoras para conseguir una hidratación idónea y una limpieza eficaz.